sábado, 1 de marzo de 2008

CUANDO EL MAL SE DISFRAZA DE....


Durante la recepción de una comunión grupal, no se si aún se hagan, pero hace algunos años se acostumbraban, en la mañana la misa, después la cremonia de comunión y luego una recepción donde los estudiantes, familiares y maestros podian compartir un grato agradable.
Melina, tenia unos 8 años, era una niña agradable, engreida, algo timida con los extraños y muy dependiente de sus padres, ese dia estaba feliz con la ceremonia de su primera comunión, después de varios meses de catecismo era una meta bien ganada, en el colegio habia uniforme obligatorio, asi les pidieron a los padres que les compraran un poncho, no sé que color, pero de esta manera todos se verian mas ordenados sin trajes pomposos, extravagantes o simplemente huachafos, al final todos los niños estaban tal cual lo requerido, parecia una majestuosa agrupación coral de más de 200 integrantes.
Después de la misa, la ceremonia fue perfecta, Melina cantó en el coro del colegio y tal lo planeado casi al final, ella y los demás integrantes del coro se unieron a las filas para recibir la ostia previa confesión por supuesto, ella sientió como ese pedazo redondo se pegaba a su lengua y recordó las frases de Carlos, uno de sus compañeros de clase "Mi mamá dice que si se te pega en la lengua es que tus pecados son muchos, que hasta te puedes atorar y caer fulminado en el piso, pero al menos con la bendición de Dios".
Por un momento, sintió que de verdad se iba a atorar con esa bendita ostia, trataba de despegarla con su lengua con el temor a caer fulminada, tratando de pensar que tantos pecados podia tener a los 8 años, tal vez mentir a su mamá para poder ver la tele un rato más, insultar a sus hermanas (en su cabeza) cuando siempre la hacian a un lado porque según ellas era una metiche, claro la diferencia de edades ayudaba a eso, mientras que ella jugaba con su cocinita, ellas estaban planeando ir a un tono, salir con amigas o hablaban de chicos.
Pasados los cinco minutos de angustia, la ostia se empezó a disolverse lentamente y Melina pensó que con ella todos sus pecados y le prometió a papá lindo de corazón, que trataría de no portarse mal nuevamente, ni con mamá, ni con papá ni con sus queridas hermanas, ni con nadie, de aqui en adelante iba a ser una niña muy buena.
Terminada la ceremonia en la iglesia, todos los niños pasaron a un salón grandisimo, donde las monjas ( ya no hay monjas en ese colegio ahora) habían preparadocon esmero sus instalaciones para esta celebración, todo estaba decorado de blanco, flores, manteles, globos, velas, parecia un pedazito de nube prestada especialmente para la ocasión. Melina estaba sorprendida y maravillada al ver que lindo estaba el lugar, habían varias mesas, las suficientes para poder acomodar a las cuatro clases del tercer grado, que habia hecho la comunión, los fueron acomodando clase por clase, hasta que todos estuvieron sentados y listos para escuchar las palabras del director y del cura.
Luego de que todos disfrutaron del desayuno, chococlate caliente, pan dulce, galletas y otras cosas más; la coordinadora de la ceremonia anunció que habría una actuación especial para los niños, tendrian a un mago y a un grupo de payasos para amenizar este sacro evento, y se pudo escuchar las docientas voces unidas en una misma alegría"YEEEEE". El mago abrió el show, era muy bueno sus trucos impresionaron a todos los presentes, incluyendo padres y maestros, los aplausos resonaban entre las paredes del lugar, después los payasos hicieron lo suyo, eran unos seis con pelucas de diferentes colores y narices rojas y enormes, con el maquillaje imperfecto con estrellas, soles y demás en el rostro, comenzaron con piruetas, peleas falsas, juegos de palabras y muchas cosas más, los niños riéndose a carcajada limpia y pasando un grato momento.
Al final del salón estaba Melina, era alta para su edad, asi que siempre le tocaba estar hasta al final del grupo, sus padres estaban conversando con sus invitados al otro lado del lugar, de repente escucho una voz que le susurraba algo que ella no podía escuchar con claridad, volteo la mirada y alli estaba él un payaso de peluca amarilla, de unos treinta años o más tal vez, con ese maquillaje que fastidia tu vista, ella lo miró y le dijo "Sr. usted me dijo algo", él le dijo "eres muy bonita, estás linda no quisieras jugar conmigo solos, podemos irnos por allá para que no nos vean, estás rica mocosa, sólo quiero que seamos amigos " y su voz era gris, áspera.
El payaso estiró su brazo bruscamente hacia ella y trató de agarrarla del brazo con toda su fuerza, mientras seguia repitiendo cosas obsenas en voz baja y sin perder su amplia sonrisa roja, mientras las carcajadas de sus compañeros eran complices, sin querer de asolapar las malas intenciones del siniestro payaso...Melina lo miró incredula y en ese momento vió en él, al mismo diablo en persona, del cual tantas veces había escuchado hablar, pateó al payaso con todas sus fuerzas y caminó apresuradamente hacia sus padres, asegurándose de que el endemoniado payaso no la seguiera, estaba temerosa, avergonzada, nerviosa, sucia nuevamente como antes de tomar la ostia... abrazó a su mamá y le dijo "vamos a casa estoy cansada", nunca se atrevió a contarle lo sucedido a nadie, (hasta hoy) sé que le aterran los payasos, ni en fiestas infantiles ni nada, hay un rechazo casi natural me dice, aún hoy que ya es adulta, cuando me contó su experiencia le pregunte porque no le había dicho a sus padres lo que paso y me dijo: "era un día especial, un dia blanco, de paz, le había prometido a Dios que me iba a portar bien y que iba a ser una niña buena, hoy me doy cuenta de la magnitud de los hechos, creo que hice bien, pero desde ahi nunca he podido confiar en nadie"
Melina tiene razón, ni antes ni hoy nadie está libre del mal, ni siquiera en donde el bien se celebra entre angeles, la vida es una y a veces el pasado te marca para el resto de tus dias.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Se parece a aquellos que puntean en los autobuses o roban besos en las fiestas... en todo caso creo que este tipo de gente nunca falta, hace poco un amigo me comentaba que cuando tenia 8 años su empleada cada vez que sus papas salian brincaba sobre el erotizandolo, ahora el lo cuenta como una anecdota pero que peligro para un niño tener una nana asi...

Anónimo dijo...

De mi Primera Comunión recuerdo el chocolate del desayuno y la mirada de Amalia, sonriéndome desde el otro lado de la mesa (en realidad, recuerdo detenidamente todo lo que pasó ese día, a pesar de los años: el pudor, empero, me impedirá hacer aflorar el recuerdo de haber bailado 'El Taconazo' en el afterwards).

Y si hay algo de lo que deberé echar la culpa a alguien cuando haya que rendir cuentas allá arriba -es decir, cuando me vuelva finalmente acusete- es a la sacrosanta Iglesia Católica por haber traumatizado a generaciones enteras de niños haciéndoles pasar por el indigno trámite de confesar sus inexistentes pecados. Concuerdo contigo, ¿qué clase de pecados puede cometer un muchachito de ocho años, más allá de pensar en el esbozo de vello que sobresalen por encima de las medias de las compañeritas de clase, de sacarse los zapatos bajo la mesa o de olvidarse cómo iba La Salve?. Si el pretexto de tamaño despropósito es que uno se fuera acostumbrando a ventilar sus asuntos espirituales ante un extraño, conmigo no funcionó, gracias a Dios.